Hoy en día, con el estilo de vida que llevamos, dejamos de cuidarnos en lo más importante, la comida.
La famosa frase “Somos lo que comemos” de Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán en su escrito “Enseñanza de la Alimentación” hace referencia a “Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados, denle mejores alimentos. El hombre es lo que come.
Después de esta breve explicación, considero que deberíamos de adaptar nuestra alimentación a nuestra edad, sexo, tipo de actividad laboral, estatura y constitución, diseñando así una estrategia nutricional personalizada para cada tipo de persona y situación.
Defendiendo la “cultura nutricional” y siendo coherente con ella, debería enseñarse en las escuelas, yendo más allá de lo que es la nutrición bioquímica, que es la que nos habla de calorías, vitaminas y proteínas, que es importante, pero también deberían incluirse conocimientos desde el punto de vista energético, el que tiene que ver con la función de cada alimento y lo que debemos comer en cada momento.
Un ejemplo práctico podría ser: Si tenemos que estudiar, practicar deporte o recuperarnos de una enfermedad. Si quieres relajarte, come fruta. Si lo que necesitas es estar en forma y despierto durante la semana, evita los alimentos dulces.
En cualquier caso, comer bien, desde mi experiencia y punto de vista, se resume en lo siguiente:
Que entre el 40 y el 50% de la ingesta energética provenga de carbohidratos complejos (cereales integrales, hortalizas y legumbres).
Evitar o reducir al mínimo, las grasas saturadas y el colesterol (proteína animal no marina).
Comer más proteínas de origen vegetal (legumbres y derivados de la soja), que nos aportan más energía.
Los alimentos son fundamentalmente energía, al igual que todo el universo. Esta teoría traslada a las pautas alimentarias lo que se conoce como polaridad energética o principio de los opuestos, el yin y el yang. La atracción que ejercen ambos polos realmente responde a una búsqueda de equilibrio y armonía que es la que al final debe guiar nuestra alimentación.
Al conocer qué efectos van a tener los alimentos sobre nuestro estado, podemos escoger qué comer en función de lo que queramos conseguir. Es un fin importante entender y aprender lo que es la nutrición energética, siendo esta una forma de poder alimentarse con sentido y con un propósito claro y definido.
Se ha de comer regularmente de tres a cinco veces al día, según la naturaleza de nuestro metabolismo, una cantidad suficiente. Debe hacerse un buen desayuno en el que se incluyan cereales integrales, hacer una comida donde no puede faltar el cereal y la proteína, y una cena más ligera con verduras y proteína, por ejemplo, pero procurando cenar pronto, antes de las nueve de la noche si es posible, así dando tiempo a que se termine la digestión para cuando nos vayamos a la cama.
Una vez entendemos así la nutrición, es más fácil obtener el alimento adecuado en cada momento de nuestras vidas.
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